Descenso de Navatas

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Descenso de Navatas

El tercer fin de semana de mayo se celebra desde hace mas de 20 años, el tradicional descenso de las Navatas.
Desde la Baja Edad Media, la madera de los valles pirenaicos era codiciada por clientes del Valle del Ebro y de Tortosa, desde donde podía ser distribuida por mar. La especie más apreciada era el pino silvestre mientras que el haya y el quejigo sólo se demandaban en reducidas cantidades. Los mejores troncos se elegían para transportarlos en forma de vigas para ser usados en carpintería, en la construcción o en los astilleros. Los árboles se cortaban en invierno, sobre todo en los días de mengua de enero porque así resistían mejor el ataque de parásitos. Este trabajo lo llevaban a cabo los picadores o leñadores que actuaban en cuadrillas y se alojaban en chozas en el propio bosque.

Navata

EL COMIENZO DEL VIAJE

Bueyes y mulos bajaban los troncos desde los montes hasta las orillas de los arroyos de montaña. Ya en primavera estos maderos se arrojaban al agua y comenzaba la tarea de barranquiar: conducir los maderos sueltos por ríos pequeños guiándolos desde la orilla, con largas pértigas, hasta alcanzar el río Cinca en cuya orilla se formarían las grandes navatas. Puyarruego está ubicado en un cerro que domina una de estas playas fluviales, donde los navateros dedicaban cinco o seis jornadas de trabajo en formar grandes plataformas atando un tronco junto a otro. En su extremo frontal y en el posterior se ubicaban los remos, de hasta 11 m de longitud, para guiar la navata por el agua.

EL VIAJE

En mayo, cuando los ríos recibían las aguas del deshielo, comenzaba el viaje de las navatas. Desde Puyarruego en una jornada alcanzaban Monzón, en el segundo día llegaban a Fraga y al día siguiente ya navegaban por el Ebro. En otros cuatro días por las aguas de este río alcanzaban los aserraderos de Tortosa. Tras vender los troncos los navateros emprendían el regreso al Sobrarbe, andando o en ferrocarril. Así se ponía fin a un trabajo de meses
de talar y limpiar troncos, transportarlos y formar las navatas. Un oficio que se fue abandonando en el s.XX con la llegada de las carreteras al Pirineo. Hoy las navatas descienden una vez al año como recuerdo festivo de aquel duro trabajo.

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